Es de California, y en 1992 decidió convertir su hogar en una casa-refugio para estos animales, por la que han pasado más de 28.000 gatos, la mayoría de los cuales fueron adoptados posteriormente por una familia. Renunció a una casa de cinco dormitorios con piscina, bar y vistas al río para crear una casa de  150 m2 mucho menos lujuriosa pero acondicionada para poder acoger a tantos felinos y algunos perros.

Desde entonces se dedica a cuidar y esterilizar gatos abandonados que recoge de la calle. Además ha  conseguido crear junto a un grupo de voluntarios una organización sin ánimo de lucro para cuidar a sus amigos felinos.

Ella sabe perfectamente que la llaman "la loca de los gatos", pero lejos de molestarle se lo toma con humor y se  autodefine a si misma como "una obsesa de los gatos", a los que considera “hermosos, independientes y elegantes”.